30 de septiembre de 2024

Semiconductores: oro, especialmente lo que no reluce

Fondos de Inversión

[Tribuna Andrés Allende]

Hace no demasiados meses, los distintos actores del mercado se apresuraron a utilizar la brocha gorda en un lienzo que estaba pintándose a toda velocidad: la inversión en Inteligencia Artificial. Sin la narrativa de la IA no se era nadie y la fiebre se extendió, alcanzando incluso algunos sectores tradicionales como la generación eléctrica o la inversión inmobiliaria.

Nvidia llegó a ser la compañía de mayor capitalización del mundo, y en su estela despegó la cotización de otras tantas que se sumaron a la popular narrativa. Nvidia es reconocida por su diseño de chips (GPUs), originalmente usados como el motor de videojuegos, pero que recientemente han visto despegar su demanda como motor de la Inteligencia Artificial. AMD, Broadcom y otros intentan competir con ellos. Microsoft y Amazon participan con sus centros de datos que alquilan para entrenar la IA. Otros como Open AI, Meta, Google, x.AI o Anthropic ofrecen sus modelos de esta tecnología, intentando cambiar el mundo mientras los monetizan.

Sin embargo, mientras algunas valoraciones y ratios alcanzaban el rojo vivo, el acceso a esquinas difíciles y otros recovecos del mercado sólo era posible utilizando no una brocha, sino un pincel fino. Ese trabajo minucioso permitía llegar a piezas con valoraciones que hoy todavía parecen un chiste. A sus tesis originales se suma la opcionalidad de la IA, y además ayudan a evitar los márgenes más recalentados del mercado. Las modas van y vienen, los discursos y teorías se suceden y se contradicen, pero muchas lecturas se quedan en la forma, porque no aciertan a ver el fondo. Nada nuevo bajo el sol: el ‘péndulo del mercado’ seguía su curso habitual. Pero en agosto la narrativa de la IA comenzó a ser cuestionada de forma repentina. Y ese ‘péndulo’ comenzó a deshacer parte de su movimiento ascendente.

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